UNA VOZ SIN ESTRUENDOS
La poesía de Yolanda Duque Vidal no hace ruido, no tropieza, no titubea. Es de respiración pausada, como un soplo de aire que se ingiere para hacer de la vida un espacio mejor y duradero. Son versos desnudos, que sugieren una vulnerabilidad que no es real; en su aparente fragilidad crecen murallas que los convierten en inexpugnables.
En “Diario inacabado” parece que a veces la apátrida cede a la tentación del inventario de las pérdidas. Pero es un inventario sin enojo, desprovisto de rencores. Mirando al fondo del pozo, descubrimos a la niña malquerida. Una niña que se pierde al final de un paisaje pasado y que es redimida por un presente colmado de frutos dorados o de una soledad humana y humanizada, conquistada por palabras y latidos.
Incluso los tormentos pasan como en silencio, de puntillas, en el esfuerzo improbable de no perturbar. Pero perturba justamente ese gesto inmensamente discreto de quien acaricia las palabras urgiéndolas a decir lo que se propone decir y nada más –o nada menos-. Que nadie espere blancos, negros o grises, sino una perfumada gama de colores pastel, de pincelada sutil y huellas transparentes.
(Natalia Fernández Díaz-Cabal
Barcelona, España)